Antes de desencarnar, Ramana Maharshi prometió a sus
discípulos que seguiría siempre con ellos: ¿Adónde podría ir?, les preguntó con
su expansiva actitud amorosa. Y ciertamente, Ramana Maharshi está siempre entre
nosotros. En esta época en que proliferan los falsos maestros espirituales, él
es más que nunca el estimulante e inolvidable ejemplo del guía que, liberado de
su ego, forma una unidad con el aspirante espiritual. No se trata de dos
corazones, sino de uno solo. Cuando leemos sus enseñanzas, sentimos como si
éstas brotaran de nuestro propio interior. Y así es, porque como él tantas
veces dijera, “la deidad se manifiesta dentro de nosotros como nuestro propio
yo”.
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